Pelayo Vial González / Para el Frente Amplio, rendirse no es una opción

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Santiago, 9 marzo 2024. Dirigencias y representantes de Convergencia Social asisten a votacion presencial del Plebiscito por la Unidad del Frente Amplio y realizan un llamado a toda la militancia a participar en este proceso que definirá el futuro de un partido único del conglomerado. Javier Salvo/Aton Chile

Desde el momento en que se fundó el Frente Amplio, e inclusive desde antes, le han llovido críticas de todo tipo que apuntan a su desarticulación y a su subyugación al orden neoliberal. Una de las crítica que ha destacado durante este gobierno es la que sostiene que el Frente Amplio es un partido “adolescente” que ahora ha “madurado” o está en vías de “madurar”. Plantearemos aquí dos interpretaciones de la idea general de que “El Frente Amplio es un partido adolescente que debe madurar”.

Una primera interpretación de esta idea es que el Frente Amplio debe entender, con base en su experiencia siendo gobierno, que la crítica política que le hizo a la Concertación era injusta. Esto, por supuesto, porque como partido nos deberíamos dar cuenta de que “no era solo cosa de llegar y hacer los cambios” y que nuestra diferencia con la Concertación era generacional, algo así como la de un niño rebelándose contra su padre. Esto ignora completamente en qué consistía la crítica del Frente Amplio a la Concertación, pues nadie ha pretendido desconocer la correlación de fuerzas del Congreso durante los últimos 30 años, siendo el objeto de la crítica el hecho de que la Concertación no solo hizo apología del modelo neoliberal y su institucionalidad, sino que directamente ayudó a profundizarlo. Esto se sumó a los escándalos de corrupción que afectaron en más de una ocasión al conglomerado y la poca apertura de la política institucional a la sociedad civil, lo que produjo una profunda brecha entre los movimientos sociales y el conglomerado. Estas críticas no son “arrebatos juveniles”, ni mucho menos son injustas, ya que se fundan en los hechos. Para dar unos cuantos ejemplos de la veracidad de estas podemos ver claramente la profundización del modelo de mano de políticas públicas como el CAE durante el gobierno de Lagos o la venta de las empresas nacionales de la luz y el agua durante el gobierno de Frei. En cuanto a la relación con la sociedad civil es cosa de ver la reacción de los gobiernos de la Concertación a la “revolución pingüina” del 2006 y su integración como un actor meramente simbólico en mesas de trabajo. En cuanto a la corrupción, la crítica apunta principalmente a la poca respuesta del conglomerado frente a la participación de sus militantes en dichos actos.

Una segunda interpretación, que va muy ligada a la primera, es que nuestro anhelo de cambios transformadores es irreal, dados los marcos institucionales y económicos del modelo neoliberal chileno, lo que debería hacernos “madurar” y darnos cuenta de que los cambios no son posibles y solo podríamos elaborar medidas posneoliberales. Esto atenta derechamente contra todo lo que es el Frente Amplio. Nuestro objetivo es transformar Chile en un país socialista, feminista, ecologista y radicalmente democrático. Si aceptamos que esto es imposible por las reglas tanto del orden neoliberal internacional como las reglas propias de Chile no hay razón para que el partido exista. Y debemos afirmar que esta no es la realidad: ningún sistema en la historia ha sido inamovible ni invencible. Caer en esta idea es convertir al Frente Amplio en un mero administrador del orden neoliberal que intenta implementar medidas parches. De ahí frases como “a veces lo más revolucionario que uno puede hacer es asegurar que el camión de la basura pase a tiempo” representativa del abandono de un horizonte transformador y la limitación a la mera administración del orden neoliberal actual.

El hecho de no haber podido concretar todos los avances transformadores que queríamos durante este gobierno no puede dar pie a invalidar nuestra crítica, ni tampoco debe hacernos menos ambiciosos en nuestro anhelo de las transformaciones. Muy por el contrario, si es que nos hemos dado cuenta de que la conquista del máximo poder institucional no es suficiente, deberemos innovar en las formas y buscar otras vías para hacer efectiva nuestra visión de una sociedad mejor. Finalmente, la más profunda derrota que nos podríamos llevar de este ciclo político es que como fuerza nos domestiquemos y nos rindamos frente al modelo neoliberal.

*Pelayo Vial González es estudiante de Derecho y militante del Frente Estudiantil del Frente Amplio.

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