Diamela Eltit / Mario Amorós. Gladys Marín. Una vida revolucionaria (Penguin, 2025)

10 Min de Lectura

Mario Amorós ha elaborado un amplio recorrido biográfico de Gladys Marín mediante exhaustivas investigaciones en diversas fuentes que le permitieron construir un texto importante, certero, para ingresar a la historia personal y, muy especialmente, política de una de las mujeres más connotadas de la historia social chilena.

Este trabajo biográfico, “Gladys Marín. Una vida revolucionaria” recorre años imperiosos, móviles, complejos, victoriosos, trágicos, neutros. El libro consigue elaborar la densidad que portan las capas del tiempo a partir de una historia que nunca será plenamente individual. No lo será ni lo es porque los universos biográficos de cada persona y su mundo afectivo y social están hiperrelacionados con los textos y contextos que rodean las diversas etapas de las vidas que vivimos. Y en esta biografía se integran de manera protagónica, las articulaciones políticas, sus movimientos comunitarios, sus vaivenes, las filiaciones y las oposiciones que permiten considerar cuál paso, qué etapa, en dónde radicó la decisión o las decisiones certeras, paradójicas o previsibles que Gladys Marín tuvo que tomar.

Mi intervención se genera a partir de la lectura de esta biografía y una parte importante de lo que centralmente señalo no está contenido de manera explícita en el texto, sin embargo, desde mi perspectiva lectora, emana de él y permite pensar las formas emancipatorias de la mujer en el ámbito político.

Ella nació en Curepto, región del Maule, al igual que Hugo Correa, escritor precursor de ciencia ficción en Chile. Así, ese espacio, Curepto, fue el punto de partida para dar cuenta de los desplazamientos laborales de su madre, profesora normalista, separada de su padre, que radicó a su familia en Talagante y luego en Santiago, siempre encargada de sus cuatro hijas y, hay que decirlo, porque así se advierte lateralmente en la biografía, sin la menor ayuda paterna. Gladys Marín creció en una atmósfera donde las mujeres sostenían económicamente, cuidaban y entregaban afecto. Su historia primera, infancia y adolescencia, rodeada de mujeres, seguramente le otorgó singularidad y libertad de acción al carecer de los dispositivos, como diría Bourdieu, de dominación masculina en el interior de su familia más próxima. Y esa situación, digo, es posible, quizás, tal vez, acaso, es una hipótesis personal surgida luego de la lectura del libro, le permitió estructurar una subjetividad autónoma y poderosa.

La imagen de la abuela y de la madre, ambas profesoras, marcaron una línea evidente en su transcurso vital. De hecho, sus estudios secundarios la condujeron a obtener su título como profesora normalista, al igual que a dos de sus hermanas. De una u otra manera la formación pedagógica atravesó a las mujeres de su familia y constituyó un recurso valioso para fortalecerla en su transcurso político porque, como lo señala Michel Foucault, existe una indisoluble unión entre poder y saber.

Mario Amorós señala que, en 1956, Gladys Marín ingresó al Partido Comunista de Chile. Lo hizo después que su hermana mayor. Ese año, el 56, se inaugura su vida militante a la que se entrega y se va a entregar a lo largo de su vida. Lo hace apenas unos años después de que la mujer chilena, gracias a las inolvidables sufragistas, obtuviera el derecho a voto universal en 1949. A partir de ese momento se inicia la construcción de la personalidad pública que la convirtió en una líder en el interior de su partido.

Me parece importante señalar que el ámbito político de ese tiempo estaba regido por hombres. Desde luego existían excepciones en cada uno de ellos, como las congresistas Julieta Campusano o Mireya Baltra, para nombrar en este contexto a destacadas comunistas. Ya está lo suficientemente analizado que en los años en que emergió Gladys Marín, las mujeres fueron minoritarias en las altas direcciones políticas, más aún, hoy mismo se requieren leyes de cuotas y de paridad para producir equilibrios. Sin embargo, las cualidades dirigentes de Gladys Marín fueron reconocidas en su partido y ya en 1960, en la década de la revolución política y cultural más rápida de la historia contemporánea, formó parte del Comité Central, y ese mismo año se casó con Jorge Muñoz Poutays.

Quiero detenerme en su inteligencia y su carisma. Pienso, a partir de la lectura del libro, y esta es otra hipótesis, que seguramente su formación pedagógica le permitió dotarse de metodología para abrirse camino en un territorio de dirigencias políticas asignadas a hombres y así pudo desplegar su capacidad para romper los límites impuestos a las mujeres, límites generados por la naturalización de una suma de convenciones arbitrarias. Sus atributos político-sociales fueron reconocidos y la convirtieron en “la Gladys”, y ocupó rápidamente un espacio nacional por la singularidad inédita de sus ascensos en el interior de su partido. Su indiscutible carisma la proyectó como una figura clave también en espacios internacionales.

A partir de 1965 resulta electa como diputada y es designada como secretaria general de las Juventudes Comunistas. Mario Amorós cubre de manera sólida y detallada los años que van marcar el triunfo de la Unidad Popular con el presidente Salvador Allende y los mil días de su gobierno. Mil días intensos, gloriosos y amenazantes, signados por la participación de las trabajadoras y los trabajadores en medio de la asfixia múltiple promovida por las derechas con financiamiento de Estados Unidos. Mil días legendarios e intensos para Gladys Marín que colabora, denuncia, publica, viaja siempre junto a su partido, el comunista, que se pronuncia en contra de una guerra civil.

El golpe de Estado abre un nuevo escenario marcado, ya sabemos, por los crímenes de la dictadura, la represión y el exilio. Después de un breve exilio, Gladys Marín vuelve a Chile de manera clandestina y se dedica al trabajo político. Son años muy trágicos por la desaparición de su marido, la separación de sus hijos, la difícil reorganización militante en medio de divergencias políticas.

La caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética coincide con la transición y la continuidad, por parte de la Concertación, del neoliberalismo Chicago. Más allá de las reflexiones, disidencias y hasta contradicciones partidarias, el texto de Mario Amorós, da cuenta de manera detallada de los últimos años de Gladys Marín y su cargo como secretaria general de su partido y también como candidata a presidenta de la Nación. La enfermedad se presenta como irreversible y ante lo que va a ser su próxima muerte, ella conserva la calma y acepta su fin. Sus funerales, así lo releva el texto, son multitudinarios, el adiós a “la Gladys”, el año 2005, da cuenta de la magnitud del reconocimiento a su vida y a cada uno de los logros de su militancia.

Sin duda, Camila Vallejo, Jeanette Jara o Karol Cariola, entre otras, entre muchas, marcan hoy la línea “amaranta” abierta por Gladys Marín. Pero ahora mismo, en este siglo XXI, marcado por la era posindustrial, la globalización mundial, el veloz despliegue del capitalismo tecnológico desregulado y la vigilancia digital, se consolida la férrea unión entre riqueza y una creciente política de la riqueza. Desde este soporte, son visibles los avances de la ultraderecha, el auge recolonizador, la decisión de desmantelar el Estado y los derechos sociales, la política como espectáculo mediático, el insulto como capital político. ¿Cómo habría operado Gladys Marín en este presente que presagia un futuro incierto por la progresión de la inteligencia artificial? Un futuro que ejercerá con mayor fuerza la dominación social mediante la selección de cuerpos, fronteras y el ejercicio de una abierta biopolítica. Me pregunto después de la lectura biográfica: ¿qué posición habría adoptado hoy ella?

Pero ahora mismo, felicitaciones a Mario Amorós.

Comparte este artículo
Deja un comentario

Haz clic aquí para cancelar la respuesta.

Salir de la versión móvil